viernes, 17 de mayo de 2013

Tierra adentro


El loco volvía a su casa. Cansado, sudoroso. Pero contento. Tras muchos años el pueblo sacudía su modorra. La forestal multinacional había empezado a funcionar: plantación de montes, obras de aserradero y un vivero. Había trabajo para todo el pueblo y para tres pueblos más como ese. Por una vez los políticos habían cumplido sus promesas.

Algunas voces se habían alzado pero eran los menos: los viejos que no aceptaban los cambios y no entendían nada. Atrás quedarían los días de sentarse en la plaza a hacer nada, o ver ese mismo espectáculo por televisión.

Llegó con el atardecer después de caminar los 4 kilómetros que lo separaban del pueblo.

En la puerta, como siempre, sentado en un banquito, el viejo. Amargueando dulcemente.

- Sáquese esas botas sucias pa’ntrar al rancho.

- ¿Pero qué dice abuelo? Si el rancho tiene piso’e tierra. Ej’una mugre.

- Mire m’ijo. Sepa esto y grábeselo en esa cabecita suya: esa mugre que usté dice adentro’el rancho,  esa tierra, es nuestra tierra.