viernes, 18 de mayo de 2012

Hay tiempo

Llego a la parada del ómnibus y descubro, no sin asombro, que no me anda el reloj. No me preocupa, en principio, porque sé que salí con tiempo.

Voy a una reunión importante y me gusta ir tranquilo, llegar un momento antes, pensar y repensar lo que voy a decir. Tengo que impresionarlos, tengo que conseguir venderles mi servicio. De esto depende mi futuro, mi familia, todo.

Me intriga saber hace cuánto que se me paró. El reloj. Marca las once y cuarto. Tiene que ser de la mañana. Pero también podrían ser de la noche anterior. No. Me acuerdo que hoy en algún momento de la mañana lo miré. La reunión es a la 1 y yo salí con tiempo. Pero cómo saberlo ahora sabiendo que el reloj no me funciona. Sí, yo salí con tiempo.



Le pregunto la hora a una señora que está en la parada. No tengo reloj, me dice. Pero no debe ser muy tarde porque todavía no dormí la siesta después de comer. Gracias, señora, le respondo, resoplando un poco.

Miro alrededor y no hay nadie más en la parada. Me empieza a correr ese calor de la ansiedad y preocupación que te... Bien! ahí viene el bondi. Justo es de los que tienen relojito digital arriba del chofer. Tá, esta es la mía, se acaba la incertidumbre, confirmo que estoy perfecto de hora, me tranquilizo y vuelvo a centrar todos mis pensamientos en la reunMierrrrrrda el relojito está apagado.

Bien podría deducir qué hora es por la posición del sol. Busco el sol, la sombra, pero no, no soy boyscout, ni Robinson Crusoe. Y además está nublado.

Ahora sí, un sudor frío me empieza a recorrer todo el cuerpo. Abro la agenda. Reviso por enésima vez la hora de la reunión, sí, es a la una. No sé ni para qué chequeo, si ya sé que es a la una. La dirección... la dirección me la sé de memoria como si fuera la de la casa en que nací y viví toda mi infancia. Me viene la paranoia. Llego tarde. Ya me imagino a mi mujer putéandome, sos un boludo, no puede ser que te hayas olvidado, llegaste tarde porque seguro que te dormiste, como siempre. Qué me voy a dormir, si no pegué un ojo en toda la noche, repasando por decimoquinta vez lo que iba a decir.

Levanto la vista de la agenda y veo que el relojito del ómnibus marcha otra vez. Pero desde mi asiento en el fondo solo puedo ver los minutos. Treinta y cuatro. La hora me la tapa la cabeza de una señora. Pero correte un poquito, gorda infausta. ¿Qué te cuesta pasar al fondo en doble fila? Con que te agaches a buscar algo en alguna de las ocho bolsas que traés acabás con mi angustia. Pero nada, ninguno de estos pensamientos positivos logra que la señora se mueva y el reloj vuelve a dejar de andar.

Miro para afuera, ya ansioso, hecho un manojo de nervios. Perfecto, ahora sí. En dos cuadras cruzamos una avenida y ahí hay uno de los carteles publicitarios que marcan la hora y la temperatura. Tengo que estar atento porque si no nos frena el semáforo son solo tres segundos que tengo para pispearlo. Una cuadra. Atentooooo......... 24 grados. Fantástico. No ligo una hoy.

Ahora el ómnibus parece ir a 20 por hora, las cuadras no pasan más. Ya está. No llego. Cagué. Perdí la oportunidad de mi vida. Bueno, capaz igual no me hubieran dado pelota. Y no, llegando tarde seguro que no. ¡¡¡Dale hermano!!! Acelerá un poquito. Necesito llegar.

Pienso bajarme alguna parada antes y recorrer lo que me falta corriendo, pero la última gota de sentido común me dice que siempre voy a llegar antes si me bajo en la parada que corresponde, la que queda en frente al lugar donde voy. 

Por fin. Bajo dejando de lado cualquier regla de caballerosidad que siempre respeto, por no decir que me tiro del ómnibus. Cruzo corriendo, me tocan bocina, qué me importa, ¡¡andá a la concha de tu madre, sorete!! Entro al edificio y coincidiendo con mi buena suerte, el ascensor está en el piso 10. Me quiero matar. Ya no importa nada. Solo necesito saber cuán tarde llegué. Paramos en el tercero, en el cuarto, el quinto por suerte lo salteamos, en el séptimo, bajo en el 8. Oficina 802. 

Me recibe una secretaria que seguro tuvo todo el tiempo para pintarse y arreglarse después de haber ido a comer, hace ya como dos horas. Puta, ¿qué hora será?

- Hola, disculpame, no me decís la hora?

- Mmmmmm, una menos cuarto.

- ...  ah..., tengo una reunión a la una.

- A ver........... sí, acá está. Pero es mañana.

Time Is on My Side by The Rolling Stones on Grooveshark

7 comentarios:

  1. A quien no le pasó...

    Sin ir mas lejos ami me pasó hoy, lo único que la reunión fue ayer.

    La puta que te pario. Tu historia me llenaba de confort, sabiendo que mal de muchos... pero no, ni eso.

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  2. Tal cual... muy bueno el cuento..la de bajarme y correr y llegar despues que el bondi la hice muchas veces..... es obvio que el bondi llega primero. Pero en la locura pensas siempre que vas a ganar tiempo.. lo unico que uno gana es una buena sobada.

    En fin.. me gusto el cuento.. ahora.. la dejo picando.. en el puto bondi no habia nadie con un puto reloj ????

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  3. oooh, terminé de leer y terminó la canción
    estaba pensado? o leo lento? o muy rápido?
    oooh

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    1. Está todo fríamente calculado luego de un exhaustivo análisis de los tiempos de lectura del ciudadano medio por parte de nuestro equipo de producción.

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  4. no tenías celular para ver la hora?

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    1. No había celulares en esa época. Tampoco estaba el boleto con la hora impresa sino que se usaban estos todavía: http://goo.gl/fFm6W

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Pase doña, mire que no molesta.